alargándose de odio en rencor,
de rencor en malaintención,
abyectas marcas someten mansedumbres.
Largas caras alargándose hasta convertirse
en cables de fibra óptica
atravesando mares
para transmitirse miraditas de puñal,
náuseas de bilis en cada xenófilo detalle.
Se voltean las plataformas continentales
para esconder su indefensión
ante la poca pero demasiada plaga humaniforme
nutriéndose a sus costillas irreparables.
Se vuelven morados y no de espiritualidad,
llenos de recíprocas atropellos
deaires en secuenciales series
dilatan las pupilas del plano original.
Agnieszka M. Rybarczyk F.
Venezuela, 15 de nov. de 2008
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